jueves, 31 de marzo de 2022

La medicina en la antigua Roma y el papel de la mujer en esa medicina

      En Roma siempre hay algo que descubrir, algo que te sorprende y te llega de una manera especial

       En este último viaje descubrí algo en el Museo de los Mercados de Trajano (no era, obviamente, la primera vez que lo visitaba, pero, como ya he dicho antes, siempre hay algo en lo que no te habías fijado antes y te sorprende desde algún rincón) que me dejó una fuerte impresión y me hizo comenzar a darle vueltas y estudiar el tema que me ha traído hasta esta nueva entrada. Aunque, ahora y visto el resultado, creo que hubiera sido más un tema a tratar por mi amiga Isabel Barceló en su genial blog “Mujeres de Roma”, no obstante, con su permiso, voy a hacer yo una pequeña incursión en lo que, creo, es un tema totalmente desconocido para la gran mayoría de la gente.

Inscripción funeraria de Assilia Polia



          Pero creo que será mejor que empecemos por el principio... Como decía, me encontraba explorando y vagando por las Salas de la Gran Aula del Museo de los Mercados de Trajano, cuando me encontré una de esas exhibiciones que, de forma temporal, exponen llamada "Made in Roma: Marcas comerciales de producción y posesión de la sociedad antigua", esto es, marcas comerciales, logotipos y firmas que, como hoy en día, rodearon la vida de los romanos (conviene informarse sobre las exhibiciones que hay proyectadas en cada museo, hay muchas y muy interesantes), en una pequeña sala lateral encontré una placa con una inscripción funeraria que decía:
"Assilia·L·f·Polia/medica·h·a·e/vixs·a·LXV/Euscius·l·d·s" o lo que es lo mismo: "Assylia·Luci·filia·Polia/medica·hic·sita·est/vixs·annis·LXV/Euscius·libeertus·de·suo·fecit", o sea: "Assilia, hija de Lucia, médica, reposa aquí/vivió sesenta y cinco años/la hace (esta inscripción)el liberto Euscius a su cuenta" y, junto a esta inscripción, un relieve perteneciente al lateral de un sarcófago con una escena de una visita a un médico en lo que, parecía ser, una revisión oftalmológica.
      Desde hace mucho tiempo, he procurado leer todo lo que caía en mis manos sobre la antigua Roma, sus tradiciones, sus costumbres, sus leyes, pero, sinceramente, nunca había caído en mis manos nada sobre el mundo de la medicina en la antigua Roma, y, desde luego, jamás había oido que, ya en esta época, existieran médicas, aunque no sé de qué me extraño...



           Me gustaría empezar la entrada (a buenas horas, ¿no?) con una pequeña introducción sobre la medicina en la antigua Roma, trataré de no extenderme mucho, pero creo que será necesario para que todos tengamos algo más claro de que iba la historia, ¿vale?
          Bien, veamos... Aunque la cultura etrusca apenas había desarrollado un corpus médico, si parece bastante claro que tenía ciertas habilidades médicas, sobre todo en el campo de la odontología, pero lo que si parece totalmente claro es que, la medicina en la antigua Roma, no es más que una prolongación del conocimiento médico heredado de los griegos.
           La importancia que iba tomando la ciudad de Roma, sobre todo durante las primeras épocas de la expansión, atrajo a importantes figuras médicas griegas y alejandrinas, convirtiendo la ciudad en el principal centro médico, clínico y docente del área mediterránea, dando cabido a figuras tan importantes como Asclepíades de Bitinia, Censo o Galeno.
            Digamos que la medicina romana se centró en tres "escuelas" de pensamiento médico:
         1.- Escuela Hipocrática: Obviamente fundada por Hipócrates de Cos, que refería, como causa de las enfermedades, a los "humores", básicamente sostenía que, la enfermedad, era el resultado de un desequilibrio en el cuerpo de los cuatro humores, unos fluidos que, en las personas sanas, se encontraban naturalmente en una proporción semejante (pepsos). Cuando los cuatro humores (sangre, bilis negra, bilis amarilla y flema) se desequilibraban (dyscrasia, mala mezcla), el individuo enfermaba y permanecía enfermo hasta que se recuperaba el equilibrio. Por ejemplo, se creía que tomar cítricos, era beneficioso cuando había exceso de flema...
        2.- Escuela Metódica: basada en los trabajos sobre el "atomismo" de Demócrito que explicaba la enfermedad a través de la influencia de los átomos que atraviesan los poros del cuerpo (un claro anticipo de la teoría microbiana). Sus tratamientos estaban orientados, entonces, a la recuperación de la armonía corporal perdida por la influencia de los átomos: dieta, masajes, baños, ejercicio, eméticos y sangrías, fundamentalmente. Recomendaba, igualmente, el uso moderado del vino.
       3.- Escuela Pneumática: que se desarrolla durante la era cristiana. Si los hipocráticos se referían a los humores líquidos como la causa de la enfermedad y los atomistas a  la influencia de las partículas sólidas denominadas átomos, los pneumáticos (si, si, ya lo se...)verían en el "pneuma" (el gas) que penetra en el organismo a través de los pulmones, la causa de los trastornos patológicos padecidos. 

      Vale, ya sabemos que nos dicen las diferentes "escuelas" médicas que primaban en Roma, pero, ¿ qué tipo de médicos había?, es decir, ahora tenemos especialistas, ¿y en Roma?. Pues, más o menos, si... en Roma la casta médica se ordenaba poco más o menos como ahora,. Existían los médicos generales (medici), los cirujanos (medici vulnerum o chirurgi), oculistas (medici ab oculis), dentistas y especialistas en oidos. Además, las legiones romanas disponían de un cirujano de campaña con un equipo capaz de instalar un hospital (valetudinaria) en pleno campo de batalla, para atender a los heridos durante los combates... También hay que tener en cuenta que no existía, como ahora, una regulación oficial para ser considerado médico, aunque, a partir de Julio Cesar, se estableció un cupo máximo de médicos que podían ejercer en cada ciudad.
      Pero, ¿y el espacio?, ¿existía un, digamos, espacio médico en la Roma antigua?, pues no, en Roma no existían los hospitales civiles (ya sabemos que si había hospitales de campaña). Recordemos que el ejercicio de la medicina no estaba regulado por el Estado, era una actividad particular, de forma que se ejercía en casa de los pacientes, en casa de los médicos, que reservaban una habitación para este menester o bien la vía pública (las llamadas medicae o abernae medicae), donde algunos ofrecían sus servicios en una especie de combinación de consulta médica y dispensario famacológico. No será hasta la llegada del cristianismo y su práctica de la caridad, cuando se fundan los primeros hospitales civiles, en los que los pobres serán atendidos gratuitamente, creciendo en el imperio la conciencia hospitalaria social y fundándose los primeros grandes hospitales cristianos, como el fundado en Roma por Fabiola de Roma.

Fabiola de Roma

       Visto todo lo anterior, es el momento de abordar el tema que pretendía desde un principio... ¿y las mujeres?, ¿ejercían las mujeres la medicina en la antigua Roma?... Pues sí, la ejercían igual que sus colegas hombres. Numerosos testimonios escritos informan sobre la existencia en Roma de mujeres que ejercían la medicina y no estaba su práctica solamente limitada a las afecciones femeninas propiamente, también abarcaban otros sectores, aunque fueron el área ginecológica y la obstetricia en los que un mayor número de mujeres ejercieron la práctica de la medicina.
       En cualquier caso, podemos distinguir tres categorías médicas:
 
      1.- La Obstetrix: Literalmente, "la que se coloca delante", en una alusión obvia a la posición que ocupa la comadrona en el parto. Su función principal era asistir a las parturientas, aunque, a veces, también administraban drogas para provocar abortos o lograr la fertilidad. Curiosamente, otra de sus funciones era mediar en disputas legales ligadas a herederos póstumos o con las mujeres que decían no estar embarazadas en los divorcios, para privar de un heredero a su exmarido, también corroboraban la virginidad de las esclavas jóvenes (con el cristianismo pasarán a hacer lo mismo, pero con las religiosas, a las que se exigía demostrar que eran vírgenes)
      2.- La Medicae: Aunque, dada la ausencia de titulación oficial, era difícil diferenciar entre estas y las anteriores, se suele aceptar que, la medica, tenía mayor nivel de instrucción, además, no limitaban su campo de práctica a la ginecología y la obstetricia, se ocupaban también de otros sectores de la medicina. Este era el campo de acción de nuestra Assilia Polia, con la que hemos comenzado la entrada. Como es normal, al ocupar un espacio social más elevado que las primeras, el número de mujeres libres entre las medicae era más alto e, incluso, existen testimonios de alguna que, igual que sus colegas de profesión varones, hicieron fortuna gracias a su profesión (caso de Metilia Donata, cuyo monumento funerario se conserva en el museo de Lyon)
      3.- La Iatromea: Aquí si que nos metemos en un sembrado... no queda nada claro en ningún estudio cuales eran las funciones reales o grado de instrucción de estas profesionales, lo que parece claro es que estaban en un rango intermedio entre la obstetrix y la medicae, lo que implicaría el conocimiento de ambas disciplinas, aunque también hay quien dice qu estaría en un rango superior a la medicae...
  
Monumento funerario de Metilia Donata


          Por cierto, dado que existían medicae que ejercían la medicina general, no sería extraño pensar que abrieron sus propios locales, igual que sus colegas varones; en el caso de las obstetrices, es diferente dada la naturaleza de su labor, sería lógico pensar que, ya que se dedicaban, esencialmente, a la asistencia en partos, no parece necesario que contaran con un local específico para su ejercicio, lo más natural es que acudieran a la residencia de la paciente para atenderlas allí.

       En fin, espero que os resulte interesante este pequeño “ladrillo” que he subido, pero creo que es muy curioso saber algo más de la vida cotidiana en la antigua Roma. Si alguno os habéis quedado con ganas de saber más, os emplazo a que busquéis por internet. Yo, particularmente, he utilizado el interesantísimo trabajo “El espacio de la mujer en la medicina romana” de José Pablo Barragán Nieto, también hay un blog muy interesante sobre este tema, ARRAONA ROMANA, en el que hay una entrada muy interesante sobre la medicina femenina en la antigua Roma.

 

miércoles, 6 de mayo de 2020

OBELISCOS DE ROMA.-


OBELISCOS DE ROMA. -

Una de las cosas que más llaman la atención cuando paseas por Roma es fijarse en los Obeliscos egipcios que hay repartidos por toda la ciudad.
Obeliscos… una palabra que, por más que trato de memorizar, no hay forma de que se me quede grabada, por más reglas mnemotécnicas que me invente (la última fue asociar el nombre al más robusto de la pareja de irreductibles galos del comic) y si no, que se lo digan a mi amigo Juan Manuel, que se encarga de recordarme como se llaman estos monumentos de origen egipcio cada vez que hago mención a alguno de ello. Que le voy a hacer, uno tiene sus limitaciones…
El obelisco, nombre que procede del griego, es un monolito ahusado, a menudo de granito, de cuatro caras que termina en forma de cúspide llamada “pyramidion”. Sus orígenes remontan a más de hace 3000 años y la ciudad donde se erigieron por primera vez fue Heliópolis, en Egipto, la ciudad que representaba el principal centro de culto de la divinidad del Sol. Para los egipcios los obeliscos representaban la “materialización” en piedra de los benéficos rayos del sol que permitían el desarrollo de la vida en la tierra. En el antiguo Egipto, los monolitos de granito, a menudo grabados con jeroglíficos, se colocaban en las entradas de los templos. Muchos de los antiguos emperadores romanos estuvieron en Egipto y uno de los trofeos más preciados para un conquistador romano era un obelisco egipcio. Símbolo de la divinidad y la inmortalidad para los faraones, en Roma se consideraban uno de los objetos saqueados de mayor valor y se utilizaban para decorar templos, circos y mausoleos. 
En Roma hay trece obeliscos egipcios, pero no todos fueron traídos de Egipto, concretamente solo ocho, los cinco restantes son copias realizadas en época romana. Se dice que si has visto los trece obeliscos de la ciudad es que has visitado las trece plazas más importantes de Roma.
 El primero llegó a Roma en el siglo I a.C. como trofeo tras la conquista de Egipto por Augusto. Desenterrados durante el Renacimiento, los obeliscos pasaron a ser símbolo de poder de los papas. Fue el papa Sixto V quien, allá por el siglo XVI, los fue recuperando y encontrando de nuevo, teniendo, así mismo, la idea de cristianizarlos poniéndoles una orbe y cruz de bronce u oro en la parte superior y colocarlos frente a las mayores basílicas de la ciudad o en los finales de las avenidas para guiar a los peregrinos en su camino.
¿Cuáles son esos ocho obeliscos originales?, vamos a verlo:
·  Obelisco Lateranense: Es el más antiguo (1.490 a. C) y alto de todos los que se conservan (32,18 m, 37 m con la base) y pesa 455 toneladas. Es de la época de Tutmosis IV y
originario del templo de Amón en Karnak. Es de granito rojo fue realizado durante los reinados de Tutmosis III y Tutmosis IV, de este último se habla en los jeroglíficos que lo decoran y fue el único obelisco puesto en Tebas solo (los obeliscos generalmente eran realizados a pares). “Raptado” por orden del emperador Constantino el Grande, en el año 337 para colocarlo en su nueva capital Constantinopla, fue llevado, primero, en barco por el Nilo hasta Alejandría, pero Constantino murió antes de que el obelisco abandonara Egipto y su hijo y sucesor Constantino II, se lo llevo a Roma, donde fue erigido en el Circo Máximo.
Fue encontrado en 1587 en el antiguo Circo Máximo de Roma, dividido en tres piezas; un año después, por mandato del papa Sixto V, se le añadió una cruz en su vértice y el 3 de agosto de ese año se colocó en la plaza de San Juan de Letrán (San Giovanni Laterano), entre la puerta norte de la Basílica de San Juan y el palacio Lateranense donde se encuentra actualmente, sustituyendo a una estatua ecuestre del emperador Marco Aurelio, que iba a ser trasladada a la colina capitolina. En 1607, en el marco de los trabajos de acondicionamiento de la plaza donde se ubica, se adosó a su base una fuente, atribuida a Pietro Bernini, Flaminio Ponzio, Domenico Fontana y Taddeo Landini, compuesta de una pileta coronada por dos delfines que soportan una concha, con dos dragones y un águila en su parte posterior, referencia al papa Pablo V, y con otros elementos decorativos alusivos al papa Sixto V.


·  Obelisco Flaminio: Situado en la Piazza del Popolo, es llamado así porque está al principio de la Via Flaminia y fue el primer obelisco traído a Roma. Está tallado en granito rojo
de Asuán, mide 23,30 metros y pesa 235 toneladas, con la base y la cruz alcanza una altura total de 36,50 metros. Construido durante el reinado de Seti I y Ramsés II (siglo XIII a. C.), el monolito se erigió en el Templo del Sol de la antigua ciudad egipcia de Heliópolis. Tres de sus caras se grabaron con el nombre de Seti I, y la cuarta con el de su hijo Ramsés II; siglos después, en el año 10 a. C., fue transportado hasta Roma por mandato de Augusto, junto al denominado obelisco de Montecitorio.
Originalmente situado en la spina del Circo Máximo, el obelisco Flaminio se redescubrió en 1587 junto al obelisco de Letrán, roto en tres partes, durante las excavaciones dirigidas por el papa Sixto V, que los hizo trasladar junto con otros monolitos para adornar las plazas de Roma.
En 1589 fue reubicado frente a la iglesia de Santa María del Popolo por Domenico Fontana, convirtiéndose así en el monumento central de la piazza del Popolo recientemente proyectada a su alrededor. En 1823, Giuseppe Valadier lo adornó con una base con cuatro estanques circulares y otras tantas esculturas de leones en piedra, imitando el estilo egipcio.



·Obelisco Solare o de Montechitorio: Es un obelisco de granito rojo egipcio mandado construir por Psamético II (595-589 AC) y, como el anterior, estaba situado en la ciudad egipcia de Heliópolis. Traído a Roma, con el obelisco Flaminio en el año 10 antes de cristo por el emperador romano Augusto, se
utilizó como el gnomon del Solarium Augusti situado en el Campo de Marte, que es donde hoy se encuentra la Plaza Montecitorio; el obelisco estaba situado de tal manera que, además, marcaba con su sombra la fecha del 23 de septiembre que era el cumpleaños del emperador y que a su vez coincidía con el equinoccio de otoño.
Tiene una altura de 21,79 metros (71 pies) de alto, y 33,97 metros (111 pies), incluyendo la base y el globo. A partir del siglo XI el obelisco desapareció de la historia, hacia 1520 el Papa Sixto V trató de repararlo y volver a levantarlo ensamblando algunas piezas encontradas en 1502 pero no lo logró pues ni él ni los papas siguientes pudieron dar con la ubicación exacta del obelisco enterrado y no fue hasta 1792 cuando se restauró y se colocó en la Plaza de Montecitorio por orden del Papa Pío VI.
En el nuevo diseño de la Piazza Montecitorio (inaugurada el 7 de junio de 1998), un nuevo meridiano fue trazado sobre el pavimento en honor del meridiano de Augusto, que apunta hacia la entrada principal del palacio. Por desgracia, la sombra del obelisco no apunta precisamente en esa dirección, y su función gnomónica se pierde definitivamente.
Por cierto, en la inscripción en dos de los lados de la base, puede leerse:

"El emperador Augusto, hijo del divino César, pontífice máximo, proclamado emperador por duodécima vez, cónsul por once veces, que tenían el poder de la tribuna durante catorce veces, después de haber llevado a Egipto en manos de la gente romana, dio como regalo al sol



·  Obelisco Macuteo: Este obelisco de 6,34 m de altura (llegando a los 14,52 m. si le añadimos la base) era uno de una pareja de obeliscos situados en el Templo de Ra en Heliópolis. Construido en granito rojo, hacia el siglo XIII a. C, sus jeroglíficos hacen mención de Ramsés II en dos cartuchos, así como
frases de celebración. No se sabe quién lo trasladó a Roma. Hacia 1374, se encontró otros restos del obelisco detrás la tribuna de la iglesia de San Macuto (de ahí su nombre), cerca del Panteón, manteniéndose allí hasta que el papa Clemente XI decidió llevarlo a la Piazza della Rotonda donde se halla el Panteón (Panteón de Agripa) y es la pareja del que se haya en la Villa Celimontana, del que hablaremos luego.
Se colocó en 1711 sobre una fuente cinquecentesca (1575) de Giacomo della Porta, que fue adaptada por el arquitecto Filippo Barigioni y adornada con numerosos elementos decorativos, añadiendo, además, el de armas de la Casa de Albani (apellido del Papa Clemente XI), y la cruz en la parte superior del obelisco.
El papa Alejandro VII añadió su escudo de armas a la base; uno de sus elementos heráldicos, una estrella, también se aparece como elemento de la parte superior del obelisco.
Como curiosidad, diremos que los comerciantes mantenían sumergido el pescado en la fuente para venderlo vivo. Esta situación se mantuvo hasta 1847, cuando por fin se eliminaron los puestos de la plaza.



·  Obelisco Minerveo u Obelisco de la Minerva: También conocido como el Pulcin della Minerva (pulcin significa cerdito) o, simplemente, el Obelisco y el elefante.
Mide algo menos de seis metros de altura, lo que le convierte en el más pequeño de todos los que hay en Roma, de granito rojo fue realizado en la dinastía XXVI (siglo VI a.C.), en tiempos del faraón Apries, para un templo de la ciudad egipcia de Sais. De allí se trasladó a Roma, como otros muchos, y se colocó frente a un templo consagrado a Minerva, que es el solar que ocupa actualmente la iglesia de Santa María Sopraminerva. Precisamente en los jardines adyacentes a la iglesia donde había estado un templo consagrado a Isis, destruido en tiempos de Augusto, fue donde se encontró el obelisco en el año 1665.
 En 1667 el papa Alejandro VII decidió colocar el obelisco en el lugar que hoy lo vemos, frente a la iglesia de los dominicos. A la vista del simbolismo que se imprimió al monumento, no parece una elección casual, ya que la iglesia era la sede del tribunal romano de la Inquisición, donde tan sólo unos años antes, la mañana del 22 de junio de 1633, hubo de comparecer Galileo Galilei para abjurar de su teoría heliocéntrica.
 Sobre cómo decidió Alejandro VII quien iba a hacerse cargo de la base hay una historia de lo más curiosa:
La elección del arquitecto para que diseñase el pedestal sobre el que se erigiría el obelisco originó una disputa entre los dos principales aspirantes: el Padre Dominico Paglia y Gian Lorenzo Bernini, arquitecto barroco. El clérigo propuso la creación de un pedestal escoltado por cuatro perros, uno en cada esquina, para homenajear a la Orden de los Dominicos, a la que pertenecía. Este hecho lo apartó de la competición, pues Alejandro VII lo consideró un gesto inadecuado que se apartaba del propósito principal de la escultura que era simbolizar la sabiduría divina. Así fue como la candidatura del Padre Dominico de Paglia fue rechazada, erigiéndose Gian Lorenzo Bernini triunfador.
La idea del elefante sosteniendo un obelisco fue muy del agrado del Papa. Bernini tomó la imagen del Hypnetoromachia Poliphili (El sueño de Poliphilo), una obra de Francesco Colonna publicada en Venecia en 1449 por el famoso editor Aldo Manuzzio, que lo presentó acompañado de unos maravillosos grabados, considerados por muchos como la auténtica clave del éxito de la obra. Fue lo que hoy podríamos considerar como un best-seller.  Cuenta como Poliphilo persigue a su amada Polia a través de unos paisajes de fantasía hasta que finalmente los amantes se reconcilian. Se trata de una alegoría llena de referencias simbólicas que constituyen una muestra del ideario hedonista del Renacimiento. En una de ellas, Poliphilo encuentra un elefante hecho de piedra que porta un obelisco sobre su grupa.
El significado del monumento aparece desvelado en las dos inscripciones epigráficas en latín que aparecen en la base, en las que el propio Alejandro VII intervino directamente, bien dictándolas o, al menos, corrigiéndolas. En la primera de ellas podemos leer lo siguiente: “Alejandro VII dedicó este antiguo obelisco, monumento a la Pallas egipcia, rescatado del suelo y erigido en la plaza que tiempo atrás fue de Minerva y hoy de la Madre de Dios, a la Divina Sabiduría, en el año 1667”. Curioso ejercicio de sincretismo y asimilación mediante el cual un monolito consagrado a Isis, a Minerva y a la Virgen, se convierte en símbolo de la Divina Sabiduría.
La segunda inscripción está situada a la espalda de la anterior, y todavía es más explícita en cuanto a la interpretación simbólica del monumento: “Estos símbolos de la sabiduría de Egipto que ves grabados en el obelisco que sostiene un elefante, el más poderoso de todos los animales, son la prueba de que es necesaria una mente fuerte para sostener una sólida sabiduría”. De este modo, el obelisco con los jeroglíficos simboliza la “sólida sabiduría”, mientras que el elefante es la “mente fuerte” que la sostiene. Esta interpretación se refuerza aún más si recordamos que los hombres del Renacimiento veían en el elefante el símbolo de la prudencia, que habitualmente se identifica con la Sabiduría, que es inspiradora de la virtud. Su peculiar diseño se inspiraba en una de las frases grabadas en la columna: “se necesita una mente robusta para mantener una sabiduría sólida” y, para materializarla, eligió la figura de un elefante, capaz de soportar el peso de tal columna y símbolo de sapiencia y erudición en muchas culturas, tal y como recoge en el libro El Sueño de Polífilo de 1499, del que el arquitecto barroco se inspiró para realizar esta obra.



·Obelisco Dogali: Este obelisco de granito rojo proviene de Heliópolis, del Templo del Sol, con una altura de 9,25 metros, y fue erigido por Ramsés II hacia el 1300 a. de JC. Vino a Italia, con otro “hermano” que se encuentra en los jardines de Boboli, en la ciudad de Florencia, después que Roma conquistara Egipto en el siglo I DC por el emperador Domiciano para adornar el Templo de Isis. En el piramidión, que se encontró accidentalmente en 1719 en vía di Ignazio durante la renovación de la Biblioteca Casanatense, figura un escarabajo alado con el disco solar y dos cartuchos de Ramsés II; a cada lado del tronco la columna que llevaba inscripciones alabanza y epítetos referidos al faraón.

En 1719, se encontró el obelisco; pero, para no entorpecer los trabajos del monasterio, cerca de Santa María sopra Minerva, se volvió a enterrar.
Corriendo el año 1883, el famoso arqueólogo Rodolfo Lanciani lo descubrió definitivamente. Como el Estado Papal había caído, se puso de corona una estrella.
En enero de 1887 se consumió el desastre de Dogali en Eritrea (548 soldados italianos aniquilados) y, unos meses más tarde, en junio, el arquitecto Francesco Azzurri decidió arreglar el obelisco recién encontrado frente a la estación de Termini (en la foto 1) y dedícalo a los héroes de Dogali, decorando su base con leones y placas de bronce con los nombres de los soldados caídos. El monumento fue criticado por el mal gusto funerario, a diferencia de los antiguos, fue escrito en la ocasión, que en su lugar conmemoraba a sus héroes. En 1924, con motivo de las obras de reorganización urbana en la Piazza dei Cinquecento, el obelisco fue trasladado al jardín en via delle Terme di Diocleziano, donde todavía se encuentra.
En mayo de 1937, en una ceremonia pública, fue colocado a los pies del obelisco una representación de bronce del León de Judah, emblema de la monarquía etíope, dedicada al emperador Menelik II. Pero, el león de bronce desapareció, durante los días de la liberación de Italia por las tropas aliadas en la II Guerra Mundial.



·Obelisco Matteiano: Este obelisco pertenece a la época de Ramsés II, y era uno de una pareja del templo de Ra en Heliópolis, (el otro es el Obelisco Macuteo, el que está junto al Panteón), y que retiene mucho de su altura original. Tiene 2,68 metros de altura (es la parte original), y con la base alcanza los 12,23 metros.
Trasladado a Roma por Domiciano, fue colocado en el Templo de Isis en Campo Marcio cerca de Santa Maria Sopra Minerva.
Encontrado en el siglo XIV y erigido al lado de la entrada basílica de Santa Maria in Aracoeli en la Colina Capitolina. En 1535, se reformó el pórtico, desmontándose el obelisco y puesto en el suelo.
En el año 1582, el Senado de Roma –que administraba la ciudad- lo donó a Ciriaco Mattei, uno de los mayores coleccionistas de arte de su tiempo y miembro de una familia romana muy prominente, quien lo colocó en el jardín de su villa (Villa Cellimontana), después de que Miguel Ángel rediseñara la plaza a finales del siglo XVI. Al no ser cuidada la villa ni los jardines por los herederos de Mattei, el obelisco se deterioró, cayó y se fragmentó, perdiéndose de nuevo. Es el único obelisco de Roma que todavía mantiene un globo en el pyramidion, en vez de una cruz o elementos heráldicos papales.
En 1812, cuando la casa fue comprada por Manuel de GodoyPríncipe de la Paz, hombre apasionado del arte y la arqueología, decidió el traslado de los restos del monumento desafortunado a la arboleda de las Musas. El traslado tuvo lugar en mayo de 1817. Las antiguas inscripciones fueron reemplazadas por otras. Los fragmentos se redescubrieron y volvieron a levantar en el año 1820. Es el obelisco más pequeño de Roma.
Quizá no sea el obelisco más importante de los que se encuentra en Roma y suele pasar desapercibido debido a su tamaño, pero su historia está vinculada a un accidente un tanto horrible que ocurrió en 1820, durante la ceremonia pública celebrada el día en que el obelisco fue trasladado. Uno de los trabajadores a cargo estaba quitando la grava de la base sobre la cual se colocaría el monolito, el cual estaba suspendido a corta distancia en su vertical, de repente, las cuerdas que sostenían el obelisco se rompieron, y cayó amputando las manos del pobre ... ¡que, obviamente, todavía deberían estar allí, aplastadas debajo de la base del obelisco!.



·Obelisco de la Plaza de San Pedro del Vaticano: En este obelisco me vais a permitir que me entretenga un poco más que en los anteriores, es uno de mis favoritos y lo rodea tal cantidad de historia y anécdotas que creo que merece la pena pasar algo de más de tiempo con él.
Un 10 de septiembre de 1586, el papa Sixto V colocaba en el centro de la Plaza Vaticana de San Pedro un obelisco de origen egipcio de unos 25 metros y medio de altura. Un monumento cuya historia comenzó siglos antes.
En el año 37 d. C, uno de los dirigentes romanos más conocidos de la historia, el emperador Calígula, decidió adornar su circo privado con un enorme obelisco de origen egipcio. El obelisco se colocó en el centro del circo, que en tiempos del emperador Calígula todavía se encontraba en construcción. El circo estaba situado a las afueras de la capital romana, en la colina vaticana, y sería conocido con el tiempo como el Circo de Nerón, ya que sería con este emperador romano cuando se terminaría la construcción. Circo en el que se cree que fue torturado y crucificado el apóstol san pedro, precisamente al lado de este monumento. Motivo por el cual se le comenzó a llamar a este obelisco, el ‘testigo mudo’.

El obelisco sobrevivió a la caída del imperio romano y se mantuvo en el mismo lugar hasta el año 1586. Es en esta época cuanto el arquitecto napolitano Doménico Fontana bajo las órdenes del papa Sixto V reubicó el obelisco hasta su lugar actual, en el centro de la plaza de san pedro.
Acqua alle funi!! El trabajo, que fue confiado al comasco Doménico Fontana, presentaba grandes dificultades. El obelisco pesa 350 toneladas y tiene 25 metros de alto, por lo que fontana se vio obligado a hacer infinidad de cálculos y emplear andamios, cabrestantes y poleas. Para accionarlo todo fueron dispuestos 800 hombres y 140 caballos. El 10 de septiembre de 1586 el obelisco debía ser alzado y, dados los peligros inherentes al trabajo, se dio orden a los obreros - y a la multitud - de no pronunciar ni una palabra, so pena de muerte. Quien osara lanzar el más mínimo grito, sería ejecutado sin apelación posible. Y, para que no quedasen dudas, en el lugar estaban ya dispuestos el verdugo y la horca.
El obelisco ya estaba casi en su posición definitiva, cuando se vio que las cuerdas cedían. Algunas se cortaron estrepitosamente, emitiendo un sonido aterrador, similar a los latigazos y otras se estiraban peligrosamente. En medio de un pánico creciente, todos veían cómo el monolito, estaba cayendo ostensible e irremediablemente al suelo. La catástrofe era inminente. De pronto, en ese momento, en medio del enorme silencio, arriesgándolo todo, se levantó una voz. Fue una sola voz, audaz y temeraria la que gritó: ¡cage l'aiga a le corde! (expresión en dialecto genovés que significa " ¡agua a las cuerdas! ").
El consejo, sacó de su ensimismamiento a todo el mundo, particularmente a los arquitectos, quienes - dándose a la razón - prontamente gritaron a su vez, las órdenes pertinentes.
El peligro había sido conjurado por el capitán Bresca, marinero ligur, que sabía bien que las cuerdas de cáñamo se acortan y aumentan su resistencia cuando se mojan.
Bresca fue detenido, pero Sixto V, como recompensa, en lugar del castigo, le concedió grandes privilegios, una nutrida pensión y el derecho de izar en el mástil de su casa la bandera vaticana. Por otra parte, Bresca solicitó y obtuvo el privilegio, para sí y sus descendientes, de suministrar a la iglesia de San Pedro los olivos para la Semana Santa. Aún hoy Bresca es recordado en su ciudad natal, Bordighera.

La esfera de bronce que se encontraba en lo alto del obelisco y que durante mucho tiempo se pensaba que conservaba las cenizas de julio césar, fue quitada por el arquitecto napolitano, quien comprobó que no guardaba dichas cenizas en su interior. El papa decidió poner en su lugar una cruz para poner fin a aquella superstición y grabar en la base del obelisco una antigua fórmula de exorcismo.
La esfera se puede contemplar a día de hoy en los Museos Capitolinos. Cuenta con numerosas abolladuras que datan del s. XVI. Abolladuras propiciadas por balas de las tropas de Carlos I de España y V de Alemania durante el saqueo de roma en el año 1527.
En 1817, el obelisco fue convertido en un reloj de sol. Alrededor de él se pusieron varios discos de mármol en el suelo de la plaza formando la rosa de los vientos y una meridiana. La meridiana muestra por un lado las horas del día que son indicadas por la forma del mismo obelisco según la posición del sol y por otro, los puntos que indican los solsticios de invierno y de verano.

En la actualidad, el obelisco de la plaza de san pedro es el único de la capital italiana que se mantiene intacto. Además, su antigua ubicación cuenta con una placa cuadrada con la inscripción “Sito dell obelisco vaticano fino all anno MDLXXXVI”, que recuerda el lugar original del obelisco que a día de hoy se erige en el centro de la plaza vaticana de San Pedro.








LAS COPIAS ROMANAS

Obelisco Agonale: Está situado en la Piazza Navona, y tiene una altura de 16,54 metros. Añadiendo la base llega a los 30 metros. Fue construida en granito.
Es una obra romana, encargada por Domiciano a las canteras de Asuán (Egipto) y erigida en el Templo de Isis y Serapis. Después grabó su nombre en la base del obelisco en jeroglíficos.
En el pyramidion aparecerá como un faraón sentado entre 2 dioses, incluyendo a la diosa Hathor ofreciéndole la doble corona, aludiendo de forma simbólica al imperio heredado a la muerte de su hermano Tito Flavio Sabino Vespasiano, en el año 81 AD. (En los lados norte y oeste lleva la doble corona del Alto y Bajo Egipto; en el lado sur lleva la corona roja –la del Bajo Egipto-, y en el lado este, lleva la corona blanca –la del Alto Egipto-).

El elemento de bronce encima del obelisco tiene la forma de una paloma que lleva una rama de olivo: es el emblema heráldico de los Pamphili, la familia a la que pertenecía el Papa Inocencio X, el patrocinador de la obra de Bernini.
Hacia el año 311, Majencio lo hizo transportar a su Circo (Circo Majencio) que se hallaba en la Via Appia Antica.
Antiguamente, la Piazza Navoña también era un estadio que construyó Domiciano para celebrar competiciones deportivas (agonales ludi). Pero tras la caída de imperio, los dos estadios quedaron abandonados hasta desaparecer.
Hacia 1651, el Papa Inocencio X lo mandó rescatar y restaurar al arquitecto Gian Lorenzo Bernini de las ruinas del Circo Majencio para que lo erigiese en el centro de la Piazza Navona (donde el Papa tenía su residencia), sobre la Fontana dei Quattro Fiumi (Fuente de los Cuatro Ríos) del propio Bernini, que simbolizan el río Nilo, el Ganges, el Río de la Plata y el Danubio.
El obelisco Agonale se convirtió en una especie de símbolo del triunfo de la Iglesia sobre el mundo pagano a través del cual la esencia divina se extiende a cuatro continentes personificados por los cuatro hombres colosales.

Obeliscos Esquilino: En origen flanqueaba el lado izquierdo del Mausoleo de Augusto en Campo Marcio, mientras que en el derecho estaba el Obelisco Quirinale.
Se encuentra en la Piazza dell’Esquilino junto a la basílica Santa María Maggiore, y es el segundo obelisco erigido en Roma por el Papa Sixto V. Tiene una altura de 14,75 m (25,50 metros desde la base) y no tiene jeroglíficos.

Poco se sabe acerca de su origen. Parece que fue realizado por Psamético II (siglo VI a. de JC), o pudo ser traído por Domiciano o Nerva para adornar el Mausoleo.
Al parecer, no pertenecían originalmente a la tumba, ya que nunca se mencionan en la literatura antes de la segunda mitad del siglo I, por lo que pueden haber sido añadido al complejo unos 50 años después de su toma, o incluso más tarde.

Durante la Edad Media estuvieron abandonados y enterrados en 4 fragmentos cerca de la Iglesia de San Rocco, en Vía Ripetta. En 1519 el papa León X rescató partes del obelisco.
En 1587, el papa Sixto V lo erigió como decoración de la parte trasera de la Basílica de Santa María Maggiore. Parece ser que durante la época romana se le cortaron las puntas a este obelisco y al Quirinale, para poner otros ornamentos. Así, en la parte superior del Obelisco Esquilino se colocó el escudo de armas de los Peretti (apellido de Sixto V), las montañas y la estrella y la cruz, realizado en bronce por el escultor James Tranquilli.
Sixto V quería dedicar el monolito a Cristo, con una inscripción que aparece en la placa de la base del obelisco frente a la Basílica que traducido dice:
Cristo de la Cruz invencible conceda la paz a su pueblo, que quiso nacer en cuna en el momento de la paz de Augusto”

Obelisco Quirinale: En origen flanqueaba el lado derecho del Mausoleo de Augusto en Campo Marcio, mientras que en el izquierdo estaba el Obelisco Esquilino anteriormente analizado. Tiene una altura de 14,63 m de altura y con
la base llega a los 28,94 metros y está en la Piazza del Qurinale.
Los godos lo derribaron, y fue olvidado y abandonado durante mucho tiempo. Fue encontrado hacia 1781: el obelisco fragmentado en cuatro partes, y la base en dos partes.
En octubre de 1786, el papa Pío VI encarga al arquitecto Giovanni Antinori, que lo erija frente al Palacio del Quirinale, residencia de verano de los papas, creado a instancias del papa Gregorio XIII, en la colina más alta de las Colinas Capitolinas. Hoy es la residencia del presidente italiano. El obelisco fue colocado junto a los dos colosales Dioscuros (los hijos de Júpiter), Cástor y Pólux, que provenían de las Termas de Constantino.
Según la leyenda, aquí estaba el pequeño pueblo de los Sabinos, donde habría morar Tito Tazio tras la paz con los romanos. Los Sabinos habían erigido en el Quirinal un altar en honor del dios Quirino. Para poblar la ciudad recién creada, Rómulo aceptó todo tipo de prófugos, refugiados y desarraigados de las ciudades vecinas, de procedencia latina. La colonia estaba formada íntegramente por varones; pero para construir una ciudad se necesitaban también mujeres. Así que pusieron su atención en las hijas de los sabinos, que habitaban la vecina colina del Quirinal.

Obelisco Salustiano: Está en la Piazza Trinità dei Monti, entre la Iglesia de la Trinità dei Monti y la escalinata que lleva a la Piazza di Spagna.
Tiene una altura de casi 14 metros (30 metros desde la base), y fue realizado en la época imperial romana emulando a los egipcios. De hecho, contiene inscripciones de Seti I y Ramsés II, que fueron copiados literalmente del Obelisco de Augusto de la Piazza del Popolo, aunque algunos símbolos son incorrectos.
La parte superior del obelisco está adornado con los símbolos del Papa Pío VI y la cruz, como una reliquia de un fragmento de la Santa Cruz de Jesús y las reliquias de San José, San Francisco de Paola, de Pío V y de los Apóstoles Pedro y Pablo. También tiene una flor de lis, elemento heráldico del rey de Francia, el cual patrocinó la construcción de la iglesia frente a la cual se halla el obelisco, la Trinitá del Monti.

Se le conoce como Obelisco Salustiano, dado que apareció en lo que fueron los jardines de Salustio, tribuno e historiador del siglo I a.C. para ornamentar el Circus Sallustianus (hipódromo). Después de la caída del imperio romano, se derrumbó y rompió en dos pedazos y, durante la Edad Media, quedó sepultado durante siglos.
Al descubrirse de nuevo, el papa Sixto V tuvo la idea de trasladarlo a la zona de la Basílica de Santa Maria degli Angeli (Santa María de los Ángeles) junto a las Termas de Diocleciano; pero murió sin llevarse a cabo dicho proyecto.
En la década de 1600, la familia Ludovisi se hizo dueña del terreno donde estaba enterrado el obelisco, y hacia 1734 donaron el obelisco roto al papa Clemente XII, quien lo restauró y lo trasladó a la Basílica de San Giovanni in Laterano. Allí no encajaba por su pequeño tamaño al compararlo con el que ya estaba allí, el Obelisco Lateranense. Así que quedó tumbado en el suelo.
Entretanto, los franceses iniciaron negociaciones para llevárselo a París con la idea de colocarlo frente a la catedral de Notre Dame.
Ya en 1789, transcurridos unos 50 años, el papa Pío VI lo trasladó a la ubicación actual encargando el proyecto al arquitecto Antinori.
  Obelisco Pinciano: Se encuentra en la Colina Pinciana y tiene 9,24 metros de altura; si incluimos la base y la estrella superior la altura llegaría a los 17,26 metros. A diferencia de los demás obeliscos, este se sacó de Egipto cuando ya era una provincia romana. Los jeroglíficos se copiaron de los obeliscos del Templo de Isis de Roma y tallados por artesanos locales, por lo que los caracteres son dudosos.
Fue construido por orden de Adriano en el siglo II como monumento en memoria de su bellísimo joven amante Antinoo, tras su muerte prematura ahogado en el Nilo ante la mirada de Adriano y erigido en Tivoli, ante la tumba de Antinoo.
Cerca de un siglo más tarde (siglo III), fue trasladado a Roma por Heliogábalo para decorar la spina del Circus Varianus, un estadio que se encontraba en un complejo que incluía la Sessorium (residencia imperial) y el Amphitreatrum Castrensis. Ubicado cerca de la Porta Maggiore donde, transcurriendo el tiempo, se desplomó, se fragmentó y permaneció sepultado hasta el 1570, aunque ya fue descrito por primera vez en 1525 por Antonio da Sangallo, que acompañó el dibujo con la referencia topográfica.
En la segunda mitad del siglo XVI, el circo y sus alrededores eran propiedad de los hermanos Curzo y Marcello Saccoccia. En 1570, éstos excavaron en las inmediaciones del circo y recuperaron los fragmentos del obelisco.
Los jardines donde estaba el obelisco fueron pasando de mano en mano a varios propietarios. Una vez encontrado, cerca de Porta Maggiore, el papa Urbano VIII hizo que Bernini lo trasladara, de forma provisional, frente al Palacio Barberini.
Cornelia Barberini, hacia 1713, lo donó al papa Clemente XIV que lo llevó al Cortille della Pigna, perteneciente hoy a los Museos Vaticanos. Posteriormente, el papa Pío VI lo coloca sobre el pedestal de Antonino Pío. Allí permaneció hasta que, en 1822, el papa Pío VII ordenó al arquitecto Marini que lo trasladase, definitivamente a los jardines de la Colina Pinciana. Parece que en este momento se coloca en la base su escudo de armas.
El elemento de bronce en la parte superior puede referirse tanto a Clemente XIV o a Pío VII, dado que las colinas y las estrellas aparecen en los escudos de armas de los dos papas.

OBELISCOS MODERNOS
Existen también cuatro obeliscos en Roma de más reciente construcción:
Obelisco Villa Médici: es una copia del original del siglo XIX, fue encontrado en los jardines de la Villa Médici y llevado a Florencia.
Obeliscos de Villa Torlonia: fueron realizados en granito de Baveno en 1842.
Obelisco del Foro Itálico: realizado en mármol de Carrara en 1932 y dedicado a Benito Mussolini.
Obelisco Marconi: Se realizó en 1959 y está situado en el centro del barrio EUR. Está dedicado a Guglielmo Marconi (ingeniero mecánico, empresario e inventor italiano). Fue construido para los Juegos Olímpicos de 1960. Contiene 92 paneles en mármol blanco con ilustraciones de la carrera de Marconi y escenas alegóricas.